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En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Con esta conocida frase, se inicia la obra cumbre de la literatura universal: El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, escrita por Miguel de Cervantes Saavedra.
El 26 de Septiembre de 1604, Cervantes obtiene la licencia y privilegio para poder imprimirlo y el 20 de diciembre de1604 abona las tasas. El 12 de abril de 1605, en Valladolid, Cervantes otorga poder al librero Francisco Robles para poder imprimirlo y venderlo en los Reinos de : Portugal, Aragón, Valencia y Cataluña.
La novela se estructura sobre tres personajes centrales: Don Quijote y su inseparable caballo Rocinante, su escudero Sancho Panza a lomos de su asno Rucio y la amada de Don Quijote: Dulcinea del Toboso.
Cervantes, sitúa la acción de Don Quijote, en tierras de la Mancha y nos deja una perfecta descripción de sus costumbres, gastronomía, monumentos, poblaciones y paisajes que nos permite realizar una reconstrucción de las imaginarias rutas donde transcurrieron las aventuras de Don Quijote.
Poblaciones como: Alcaraz, Alcázar de San Juan, Almagro, Belmonte, Bolaños de Calatrava, Ciudad Real, Consuegra, Campo de Criptana, Daimiel, El Toboso, Los Yébenes, Manzanares,Mota del Cuervo, Orgaz, Ossa de Montiel, Puerto Lápice, Ruidera, San Clemente, Sigüenza, Tembleque, Tomelloso, Toledo, Torralba de Calatrava, Valdepeñas, Villanueva de los Infantes, Villarrobledo y Villarrubia de los Ojos, representarian el escenario donde se desarrollaron sus imaginarias aventuras.
A parte de la Mancha, también se podría considerar dentro de las Rutas de Don Quijote, las poblaciones que se halla el entorno de Zaragoza y de Barcelona.
Localizados los lugares de las imaginarias aventuras de Don Quijote, nos corresponde definir las Rutas con etapas asequibles a los medios empleados para realizarlas: a pie, en bicicleta, a caballo, vehiculo todoterreno, turismo o autocar. No podemos olvidar que en cada inicio y final de etapa, deben existir poblaciones que ofrezcan servicios de alojamiento y restauración, así como una exquisita gastronomía típica y a ser posible un conjunto monumental propio del entorno quijotesco.